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Mujer, salud laboral y prevención, un 28 de abril…

Por NATALIA FDEZ. LAVIADA,

Subdirectora general de Prevención, Calidad y Comunicación de Fraternidad Muprespa.

Cuando Ana Fernández Castro, directora de la Delegación de Gijón de Fraternidad Muprespa y miembro de RAMAL, me pidió una tribuna para la web de su asociación sin ánimo de lucro, no me pude negar. Porque las mujeres proactivas, innovadoras, generadoras, creativas y con talento, tienen que apoyarse creando una red de nodos emocionales de apoyo de otras mujeres en el ámbito laboral. RAMAL es eso, una red, un voluntariado de mujeres directivas que se han unido para conseguir mejorar la empleabilidad de otras mujeres.

Así que me uno a ellas en un día tan señalado para reflexionar por qué cuesta tanto consolidar políticas sociolaborales cargadas de lógica, como la integración de la perspectiva de género en la seguridad y salud laboral. Y no será por normas… no me voy a poner rigurosa, porque el fin es otro, pero desde el antiguo art. 25.2 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales de 1995, centrado en la parte reproductiva, hasta la última LO.1/2023 que modifica la LO.2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva, aparecen múltiples normas como: la primera Ley 39/99 para promover la Conciliación Familiar y Laboral; la LO.3/2007 para la Efectiva Igualdad de hombres y mujeres; el RDL.6/2019 de medidas urgentes para garantizar la Igualdad de Trato y de Oportunidades; el RD.901/2020 sobre Planes de Igualdad; la Ley 10/2022 de Garantía de la Integridad de la Libertad Sexual; la Ley 15/2022 de Igualdad de Trato y no discriminatorio o la última, la Ley de Paridad, de 8 de marzo de este mismo año.

Y decía que mi intención es otra, porque lo que quiero resaltar es que ese conjunto de normas se clasifica básicamente en dos:

  • las que tienden a resolver las desigualdades derivadas del sexo por diferencias biológicas
  • y las que buscan solucionar las desigualdades derivadas del género por las diferencias sociales.

La primera taxonomía puso el foco en la salud reproductiva, después, en la salud laboral de forma más completa. Está claro, y gracias a Dios, que por fisiología y biología; antropométrica, neuronal, hormonal y genéticamente somos diferentes. El problema de la desigualdad sexual en la SALUD está, como en tantas otras situaciones, en nuestra “invisibilidad”: no se nos ha tenido en cuenta ni para calcular un valor límite para no intoxicarnos; ni para diseñar un equipo de protección individual que tenga en cuenta nuestros pechos o vaya más allá de una cuestión de talla; o ergonómicamente, cuando solo se hacen pruebas con maniquíes de anatomía masculina. Se diseñan puestos de trabajo, equipos, vehículos o herramientas con una mirada desprovista del factor femenino.

La segunda taxonomía pone el foco en garantizar la igualdad laboral, desde el rol “productor” de las mujeres. Y es que el género es un constructo variable en el tiempo y espacio-cultural, un grupo biosociocultural, construido históricamente a partir de la identificación de características sexuales que nos clasifican corporalmente.

Este conjunto de comportamientos, actitudes, segregaciones verticales y horizontales, de androcentrismo provoca estereotipos que derivan en una división sexual del trabajo; en dobles jornadas por nuestro rol de cuidadoras; en suelos ‘pegajosos’ y techos de cristal y en trabajos precarios con ‘cara de mujer’. Sumado a brechas de salario y promoción, que provocan un definitivo bajo coste de oportunidad de abandono femenino en el mundo laboral, a veces volviendo al hogar, a veces perdiendo la ilusión o la energía que nos motivaba a crecer.

Y todo esto afecta a la salud mental, por supuesto. Así, ansiolíticos y “benzos” son las drogas “prescritas legalmente” a mujeres y madres entre 35 y 64 años, consumiéndose por una de cada diez mujeres.

Afortunadamente ya tenemos muchas Evaluaciones de Riesgos y Planes Preventivos con acciones concretas y medidas preventivas transversales que tienen en cuenta a varones y mujeres en el ámbito organizativo y psicosocial. Relativas a carga o ritmo de trabajo, racionalización horarios, conciliación familiar, flexibilidad o corresponsabilidad, asuntos a tener presentes en cualquier empresa saludable que se precie, y que diga poner a las personas en el centro.

Begoña Suárez, Subdirectora General para el Emprendimiento, la Igualdad en la Empresa y la Negociación Colectiva de Mujeres del Instituto de las Mujeres, nos decía en relación a los Planes de Igualdad, que estamos en un momento diferente e ilusionante porque el RD. 901/2020 que los regula y obliga a su registro, supone un cambio muy significativo en el contenido, en la negociación y en la elaboración de dichos planes.

Han de tener un diagnóstico previo para abordar todos esos puntos y después poner en marcha medidas para corregir las desigualdades que se hayan puesto de manifiesto. No podrán escapar de temas como el acceso a la empresa, la promoción profesional, el disfrute de las medidas de los derechos de conciliación, salarios, acoso sexual y por razón de sexo o segregación vertical en la empresa.

La satisfacción que tenemos sobre algo es igual a percepción menos expectativa, como la expectativa estaba baja, sigo confiando en percibir día a día, y gracias a cada uno de nosotros y nosotras, un cambio real… porque el pasado no predice tu futuro salvo que vivas en él.

 

 

Reflexiones sobre la desigualdad de género en las STEM en España

Nací en el 70 y soy de esa generación que por fin pudo estudiar a pesar de ser hija de obreros, algo que no era muy habitual entre las generaciones anteriores. Somos muchos los ejemplos de que las cosas han cambiado en España en cuanto a las oportunidades laborales según la clase social y creo que todos estamos muy orgullosos de haber tenido las oportunidades que nuestros padres no tuvieron.

Ahora bien, si me pregunto por la igualdad de oportunidades según el género, aún ahora, desgraciadamente, las cosas no han cambiado lo suficiente. Es cierto que hay muchas mujeres estudiando en la universidad, pero ¿cuántas van a acabar ocupando puestos de responsabilidad? Pues me temo que no muchas.

Foto de familia de congreso matemático en Tokio
Foto de familia de congreso matemático en Tokio

Yo trabajo en lo que ahora se llama las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Estudié matemáticas y como profesora en la universidad, investigo en este campo en relación con la Inteligencia Artificial. Y lo que voy a hacer a continuación es simplemente una reflexión sobre mi experiencia personal. No pretendo descubrir nada nuevo, solo compartir algunas reflexiones.

He tenido la suerte de poder trabajar en lo que me gusta y gracias a ello, he podido ir a numerosos congresos alrededor del mundo y en todos ellos me gusta hacer el ejercicio de mirar alrededor y ¿qué veo? ¡Hombres! Ya son menos mujeres entre los jóvenes, pero de mi edad ya quedamos muy, muy pocas, yo diría peligrosamente pocas. Peligrosamente, porque creo que una sociedad no se puede permitir que en temas tan punteros y necesarios como éstos no haya casi mujeres. ¿Por qué no estamos usando todos esos cerebros, algunos de ellos muy cualificados? ¿Nos lo podemos permitir? Después llega la siguiente pregunta: ¿y dónde están las mujeres?

 

Pues en los congresos internacionales sobre temas tecnológicos parece que no, pero igual están salvando el mundo por otro lado… Pero entonces lees estudios donde se ve claramente que a partir de los treinta y tantos ellas dejan paulatinamente de investigar y van poco a poco desapareciendo con los años. ¿Por qué dejaron de hacer algo que les gustaba? En fin, tengo más preguntas que respuestas, pero la realidad es la que es. Siguiendo con el análisis de la misma, pienso cómo es posible que en matemáticas éramos mayoría mujeres cuando yo estudiaba y ahora son mayoría hombres ¿qué ha pasado en estos 30 años?

No tengo datos que lo avalen, pero me temo que mucho ha tenido que ver que la salida principal de las matemáticas cuando yo estudiaba era la docencia y ahora, sin embargo, es la empresa. ¿Antes nos gustaban las matemáticas y ahora no? ¡En 30 años no pueden haber cambiado tanto los gustos! ¿No influirá mucho que la docencia suele permitir estar por las tardes en casa y la empresa no tanto? Me temo que esa pueda ser una razón fundamental para que ahora las mujeres no estudien matemáticas o lo estudien más los hombres, que al final es lo mismo.

Asistentes a congreso matemático
Asistentes a congreso matemático

Sería interesante hacer un estudio sobre los trabajos que solo tienen turno de mañana, e igual descubrimos que ahí el porcentaje de mujeres es mucho mayor que en aquellos que requieren trabajar por las tardes. Puede no parecer grave, pero luego tiene muchas consecuencias. Por ejemplo, volviendo a mi entorno, en la universidad española más del 60% de los administrativos son mujeres, pero menos de un 25% de los catedráticos son mujeres ¡qué casualidad! Si encima tenemos en cuenta que un catedrático cobra más del doble que un administrativo, pues ahí vienen los problemas… y esto en un mundo, como en el universitario, donde no hay diferencias de sueldo entre hombres y mujeres haciendo el mismo trabajo. Por todo esto, me temo que la mayoría de las veces muchas mujeres se tienen que conformar con trabajos peor remunerados y, desgraciadamente, no porque estén menos capacitadas.

Yo defiendo que cada uno debe estudiar lo que quiera y que no hay que forzar las cosas, pero ver cómo ha cambiado la tendencia de estudiantes de matemáticas en cuanto a porcentaje de mujeres en los últimos años, me hace pensar que igual hay algo más detrás de que también haya tan pocas estudiando ingenierías o carreras similares ¿Es sólo algo vocacional? Me temo que no.

Con colegas matemáticos
Con colegas matemáticos

¿A qué tenemos miedo? Pues está claro que a algo. Solo hay que vernos exponiendo en un congreso. La mayoría parece que pedimos perdón por estar allí. El lenguaje gestual nos delata. Constantemente sonriendo y con cautela. Luego van ellos y hablan con una seguridad envidiable. ¿Por qué nosotras carecemos de ella? Pues no lo sé, pero está claro que llevamos una mochila muy pesada. Y todo esto en el mundo universitario y científico, que la cosa en el mundo de la empresa tiene pinta de ser aún mucho peor.

En 2018 sacaron un complemento para el profesorado que colaboraba con empresas y fue obtenido mayoritariamente por hombres. ¿Por qué no nos lanzamos a esas cosas? Pues igual porque se nos mira con lupa y se nos hace demostrar lo que valemos, cuando a ellos se les presupone o porque parece que tenemos que hablar más alto para que se nos escuche. Todos esos «pequeños» detalles hacen la montaña mucho más alta cuando la queremos escalar. Y además luego llega otra cuestión ¿escalar para qué? ¿se nos va a valorar? Pues también tengo mis dudas, porque el éxito para un hombre parece que va ligado al éxito profesional, pero para las mujeres eso puede ser un complemento, pero lo que prima es el éxito familiar.

Cuando quieres trabajar y seguir haciendo lo que te gusta, parece que eres caprichosa, porque con lo bien que podrías estar con una vida más tranquila y confortable en tu casa, y te empeñas en complicártela. No creo que haya muchos hombres que tengan que justificar sus viajes por trabajo o el llegar tarde a casa por una reunión y nosotras no somos bien vistas por la sociedad si hacemos esas cosas. Está bien que una mujer trabaje y aporte algo de dinero extra a la familia, pero no me parece que se vea tan bien que ese trabajo le absorba demasiado tiempo o, al menos, no el tiempo que «debería» dedicar a su familia.

No somos muchas en las STEM, pero estamos demostrando a nuestras hijas que se puede y a nuestros hijos que estamos ahí y juntos, porque este es un problema de todos, podemos resolverlo. Queda mucho por andar, pero es cierto que ya hemos avanzado mucho y si seguimos en esta dirección, espero que podamos conseguirlo. Para ello tenemos que creer en nosotras mismas y luchar por nuestros sueños. Tenemos que atrevernos e ir a por todo con todo. No ya por nosotras, sino porque la sociedad nos necesita. No nos podemos permitir que no haya mujeres en temas punteros, puede que en unos años nos demos cuenta de que esto es un problema para todas y todos. ¡Ojalá sea así!

 

Susana Montes Rodríguez
Catedrática de Estadística e Investigación Operativa en la Universidad de Oviedo